Con el deseo de regresar a aquella época en que los vecinos y vecinas tenían tiempo para equilibrar sus ocupaciones con la vida personal, concurrían a los bares y a las confiterías para tomar el café o el té, y disfrutaban de la vida en comunidad, me propongo visitar los bares notables porteños y relatar, a través de crónicas, mis vivencias “con ellos”.
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